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En la página de Rafael Squirru – Valeria Rocha.

En una serie de pinturas que revelan una fina sensibilidad, Valeria Rocha aborda temas de nuestro campo en la Galería Centoira (French 2611). Nacida en Buenos Aires en 1962, siguió Valeria esmerados estudios que culminaron en taller de Marcos Borio, a cuyas enseñanzas ha sabido sacar provecho. A diferencia del maestro, Valeria Rocha aborda no solo árboles, almacenes y caminos sin también la figura del gaucho ecuestre en su recado. Se trata de imágenes que revelan fuerza y energía, una personalidad que si mantiene su tranco, puede llegar lejos.
Arte al Día. Septiembre de 1999

Valeria Rocha – A mi tierra mi huella – pinturas

Hay un agudo y sensible escritor, poco conocido fuera de las fronteras de su pequeño país natal (el cantón francés de Suiza), Henri Fréderic Amiel (1821-1861), quien resumió en única pero frondosa obra, su “Journal intime” (Diario intimo), que gozó de gran difusión en la segunda mitad el siglo pasado, el espíritu mismo del romanticismo.
Observador, inteligente, y por sobre todo, como se acaba de decir, por todos los fenómenos estéticos de su época (los cuales, junto con su filosofía, enseñó en la Universidad de Ginebra) sintió especial predilección, aunque sin practicarla, por la pintura, a la que dedicó mas de una memorable página.

”El paisaje es un estado de ánimo”, escribió cierta vez, y su cita es obligatoria cuando se desea hacer referencia a la obra de determinado artista plástico. Y puede, sin tergiversar el sentido de esa afirmación, alterar el significado de sus palabras, sin temor a traicionalo, y decir que el estado de ánimo es un paisaje. En el cual, como en las radiantes telas de Valeria Rocha en ésta su muestra de tan gráfico título, “A mi tierra, mi huella” la artista evoca y sin separaciones pinta, hondonadas del alma, algunas de sus propicias llanuras, los caminos que van trazando en ella los recuerdos (allí está, pleno de hermosas sonoridades, y para ejemplificarlo debídamente, “El regreso”), a la vez que atraen fuertemente su perfección técnica, lo nítido y cuidado de su diseño, la fidelidad de su paleta, y ese estar dándole la razón a Sartre cuando éste, que también se dejaba seducir por el fenómeno plástico, asegura que la naturaleza se vuelve paisaje cuando hay delante de ella alguién que la contemple y que ensanche así su destino.

¿Escuela?, ¿Movimiento?,¿Determinación de la corriente a la que pertenecen sus cuadros?.Algo hay de indudable, y es que Valeria Rocha sabe pintar.Quizás alguien sugiera el termino realismo; la artista escapa a ese rótulo pues todas sus telas están inmersas en la ternura, en la comprensión, en la calidez que da la poesía. Y hay mucho más: especialmente en los ramajes, en la fronda de sus árboles, en sus tupidos follajes, vuelve a encontrarse la obsesionante lucidez de los grandes maestros del renacimiento italiano, de los verdaderamente grandes, que sabían que pintaban no sólo para su tiempo, sino también, y principalmente, para el futuro. Ese en el cual nosotros vivimos ahora, y que perdurará para las generaciones que sigan. Así, Valeria Rocha cumple con el postulado del gran poeta francés Paul Valery, que asegura que el pintor no debe pintar lo que se ve, sino lo que se verá.

César Magrini-1999 Escritor y Crítico de Arte.